lunes, 23 de noviembre de 2015

Sus Ojos


Hoy los vi por tercera ocasión, y aunque no recuerdo a la perfección su rostro sé que es él por sus ojos. Sus increíbles y profundos ojos azules color cielo.
Tal vez deba empezar por el principio…
Hace tres años decidí dejarlo todo, agarrar mi mochila y viajar por el mundo, estaba harta del modelo de vida de la sociedad occidental. Así que como siempre me tomó cerca de dos años tomar la decisión y sobre todo el valor de preparar esa mochila y por fin decidirme a salir de mi casa sin mirar atrás.
Me dolió horrores el corazón, ya que siempre he sido “hija de familia” y salirme así como así me daba la misma cantidad de ilusión que de pánico. Dejar a mi padre solo era lo que más me preocupaba y lo que más me dolía, pero llegó el día en que decidí que él había vivido la mitad de su vida sin mi, un par de años (que era lo que tenía planeado viajar) no le iban a hacer tanto daño.
Estaba en la fila del detector de metales para ingresar al autobús cuando lo sentí, sentí su mirada y también su calidez, no era una de esas miradas pesadas, era cálida y me observaba con descarada curiosidad.
Tal vez sea el momento de decir que me había super cortado el cabello, casi rapado y aunque mi cuerpo de mujer me delata, si sólo me veías el rostro muy fácilmente me podrías confundir con mi hermano por ese entonces.
Por eso no los olvido, azules como el inmenso cielo, tan transparentes que parecen blancos. Y aunque sus ojos eran intrigantes por lo huecos que parecían su dueño era blanco, de cabello castaño, rasgos europeos, barba incipiente, short, playera y sandalias = vacacionista. Lo descarté de inmediato, supuse que mi muy masculino corte de cabello le había intrigado.No era un peligro para una linda chica que viaja sola por el mundo (aunque sea el primer día).
Crecer con unos ojos que lo ven todo al más puro estilo Sherlock Holmes no es tan divertido como creen, además de que fui lo suficientemente “lista” como para perfeccionar esa habilidad. Aprendí sobre microexpresiones, asertividad, comportamiento humano, tono de voz, actuación y empatía. Resultado: soy un polígrafo humano y en muy extraordinarias ocasiones confío en alguien. Y aunque en esos días no lo hacía con todo el mundo, con él lo hice en automático.
Y no fue hasta nuestro segundo encuentro fortuito que me di cuenta de lo mucho que me había afectado el primero.
Me encontraba actuando en la plaza de un pueblito perdido en Aguascalientes para ganar un poco de dinero. Cuando mirando rápidamente al público me topé con sus adustos ojos. ¡¡Argh! ¡Qué ojos!! Por un eterno instante sus ojos ocuparon toda mi mente. Tardé un segundo en recomponerme y seguir actuando, sin embargo el daño estaba hecho.
Recordé como esas seis horas en autobús sólo pude pensar en sus ojos y en su insólito color. Había fantaseado ¡por seis horas! cómo hubiera sido si yo valientemente me hubiera acercado a saludarlo… cómo hubiera sido si él me hubiera hecho reír… cómo hubiera sido su voz… su tacto, su sonrisa...
Hoy los vi por tercera vez, estoy trabajando como ayudante general en una hacienda que hace las veces de hotel en temporada vacacional. Servía tranquilamente la mesa de una encantadora pareja europea cuando una voz a mi derecha fuera de mi campo visual me llamó.
-¡Disculpe mesera! -qué voz tan masculina pensé. Justo cuando volteé su sonrisa se desdibujó sólo un poco por un nanosegundo y de inmediato se repuso; pero fue suficiente para que me diera cuenta de que él también me reconoció.
Son las tres de la madrugada y lo he cavilado toda la noche… -profundo suspiro-, mi corazón late a mil por hora y me cuesta horrores admitirlo: estoy enamorada de un extraño, y más que de un extraño, de un par de ojos azul cielo.